De
todos es conocida la antiquísima devoción que hay en Paradas a la imagen de
Nuestro Señor Jesucristo representada en su Santo Entierro y a la de la Santísima
Virgen María en su advocación de los Dolores.
Durante
dos siglos, aproximadamente (que no es poco), estas devociones estuvieron
estrechamente ligadas, circunstancia posiblemente desconocida por muchos y que incluso
pasó algo desapercibida durante el pasado año 2011, en el que en Paradas
celebramos el CCL aniversario fundacional de la Hermandad de la Santísima
Virgen de los Dolores.
Es
por ello que aprovecho este espacio que para este fin la Hermandad del Santo
Entierro me ha ofrecido (lo cual agradezco), para aportar información al
respecto.
Para
explicar el nacimiento de esta histórica vinculación debemos remontarnos a los
orígenes de ambas hermandades.
El
dato más antiguo que conozco de la presencia en Paradas de la Hermandad del Dulce
Nombre de Jesús y Santo Entierro de Cristo, la sitúa ya con vida en el año 1595,
tomando como fuente el Archivo de Protocolos de Paradas (Signatura 552, ff
480-480v), referido en el libro "Documentos
inéditos para la historia del arte en la provincia de Sevilla: siglos XVI al
XVIII", de Fernando de la Villa Nogales y Esteban Mira Caballos, donde
queda documentado el compromiso de Juan Alonso de Rivera para pintar las
bóvedas de la capilla que la hermandad tenía en el hospital de San Juan de
Letrán:
“Sepan
cuantos esta carta vieren como yo Juan Alonso, pintor, vecino de la villa de
Marchena, estante en esta de Paradas, otorgo y conozco, por esta presente
carta, que me obligo de pintar por mi mano propia la capilla que está hecha en
el hospital de esta dicha villa donde ha de poner el culto del dicho hospital,
lo de dentro ella de azul, y a los lados, San Francisco y San Juan Bautista,
con todo su ornato alrededor y en una tarja arriba figurando el Espíritu Santo
en medio de ella, todo de buenos y finos colores, bien pintado a uso de buen
oficial. Y la daré acabada de pintar de hoy en quince primeros días siguientes,
porque la fábrica del dicho hospital me dejéis por ello nueve ducados y recibo
luego de Bartolomé Jiménez mayordomo de cuyo pago yo el dicho escribano doy fe…
(perdido) me han de pagar acabada la dicha obra y no la dando acabada por
contento de los diputados del dicho hospital, el dicho mayordomo o otro que
fuere lo pueda hacer a mi costa y por lo que más costare… A tres días del mes
de noviembre de mil quinientos y noventa y cinco años” (Firma Juan Alonso de
Rivera)
Juan
Alonso de Rivera era pintor vecino de la villa de Marchena, quien como otros tantos
artistas había llegado allí atraído por la relativa prosperidad de esa
población a la sombra de las riquezas que generaba la Casa Ducal de Arcos, donde
laboraron abundantemente en sus iglesias.
Dicho
lo cual, podemos afirmar que ya en las postrimerías del siglo XVI la hermandad
del Santo Entierro estaba establecida en la ermita hospital de San Juan de
Letrán, donde también lo estaba la de la Vera Cruz, de la que se conoce que fue
la primera hermandad de penitencia erigida en la villa de Paradas. Además de
estas dos hermandades, ya entrado el siglo XVII, la hermandad de Nuestro Padre
Jesús Nazareno se erigía en 1605, estableciéndose en la iglesia de San Eutropio,
a donde pronto se trasladaría la del Santo Entierro.
Con
estos antecedentes, pongo en contexto un documento localizado en el Archivo
Histórico de la Archidiócesis de Sevilla que tuve ocasión de transcribir, y al
que ya hice referencia en el boletín de la Hermandad de Ntro. Padre Jesús
Nazareno en el año 2009.
Se
trata de un escrito del año 1908 dirigido al Mayordomo de la Hermandad de
Nuestra Señora de los Dolores por los Mayordomos de las Hermandades de Jesús Nazareno,
del Santo Entierro y de la Vera-Cruz, en respuesta a una petición del Mayordomo
de la hermandad mariana para que las otras tres hermandades costeasen los
gastos de cera de Nuestra Señora de los Dolores, como venía sucediendo desde
años atrás.
Al
margen de la respuesta al asunto en cuestión (en el punto primero las otras
tres hermandades argumentan que la de los Dolores de María Santísima cuenta con
hermanos y fondos suficientes para afrontar dichos gastos) recuerdan una serie
de asuntos que dan especial relevancia a dicha carta.
Entre
ellos, señalan que en Cabildo celebrado en 1744 por las Hermandades del
Santísimo Cristo de la Vera-Cruz, la de Nuestro Padre
Jesús Nazareno y la
del Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo, acordaron
costear una nueva imagen de la
“Virgen de la Soledad”, debiendo acompañar la imagen a las
tres Hermandades en sus actos de culto.
Nótese
que en 1744 aún no existía como tal la Hermandad de la Virgen de los Dolores
(también llamada por entonces “de la Soledad”), cuyas Reglas fundacionales
datan de 1761 y en ellas se reflejaba la obligación de acompañar a las otras
tres hermandades de penitencia de Paradas, que asumieron el grueso del coste de
la imagen de la Virgen.
A
continuación se transcribe dicha carta del año 1908:
Sr.
Mayordomo de la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores de esta villa:
Tenemos
el gusto de comunicar a V. que con fecha del 15 del corriente los Mayordomos de
las hermandades del Santísimo Cristo de la Veracruz, de Nuestro Padre Jesús
Nazareno y la del
Santo Entierro de Cristo, reunidos con objeto de acordar
acerca de la contestación que habrá de darse al escrito dirigido por V. con
fecha de 29 de abril del año anterior, en el cual participaba los acuerdos
tomados por la Hermandad del digno cargo de V., decidieron contestarla en la
forma siguiente:
1º)
Que encontrándose la Hermandad de los Dolores de María Santísima perfectamente
organizada y contribuyendo los cofrades de la misma al sostenimiento de sus
cargas, en la forma que previenen sus estatutos, es indiscutible que el estado
de su erario ha de ser más próspero que el de las demás cofradías y, por
consiguiente, está en mejores condiciones, para sufragar los gastos de cera,
que el de las otras hermandades a cargo de cuyos Mayordomos se encuentran todos
los gastos, por lo cual, aunque con grande sentimiento, no pueden acceder al
suministro de cera que V. solicita.
2º)
Que en cabildo celebrado el 29 de Marzo de 1744, al que concurrieron los
Rectores, Mayordomos y Diputados de las Cofradías del Santísimo Cristo de la
Veracruz, Nuestro Padre Jesús Nazareno y Santo Entierro de Cristo, cuya copia
le acompañamos, se acordó, en vista de lo defectuosa e imperfecta que se
encontraba la imagen de la Soledad, adquirir otra costeada con las donaciones
hechas por las expresadas hermandades y las limosnas debidas a la par de los
fieles y con el sobrante costear la imagen del Señor San Juan, cuyas dos
efigies quedarían de la propiedad de las tan referidas cofradías a las cuales
debían acompañar en los actos del culto, encargándose en el mismo Don Juan
Guzmán de recoger las limosnas y donaciones que se obtuvieran para el adorno y
culto de las imágenes dichas, de cuyas limosnas y donaciones llevaría cuenta y
razón para rendirlas a los hermanos.
3º)
Con respecto a la duración de las procesiones, nada puede acordar, pues siendo
el punto de la incumbencia exclusiva de la autoridad eclesiástica, a esta
corresponde decidir, en armonía con las necesidades del culto, acerca de la
hora de salida y duración de las cofradías.
4º)
Que de conformidad con el acuerdo cuya copia se acompaña, estas cofradías
entienden que, si la Hermandad de la Virgen de los Dolores no está dispuesta a
conducir a su imagen en las procesiones de la Semana Santa ni a
sufragar los gastos de cera, su Mayordomo cuidará de dejar la imagen colocada
en las andas con las ropas, alhajas y demás adornos que sirven para el mayor
esplendor del culto y son propiedad de la sagrada imagen; cuidando cada una de
las demás hermandades de los gastos de cera y conducción de la Santísima Virgen;
entendiéndose que todo lo expuesto sólo hace relación al caso en que la
hermandad de los Dolores persista en su acuerdo.
Lo
que tenemos el honor de trasladar a V. para su debido conocimiento y efectos,
esperando se sirva comunicarnos su conformidad o la negativa en su caso.
Dios
Paradas
18 de Marzo de 1908
(Firman
Rafael Salvago, Eduardo González y Ramón Varea)
Dicho
esto, añado un dato nuevo que al lector tampoco puede dejar indiferente, y del
que llama poderosamente la atención que anteriormente no haya tenido eco en el
seno de las hermandades del Santo Entierro y de la Virgen de los Dolores.
Me
refiero al dato publicado por don Ricardo Benjumea Cansino en su interesantísimo
libro “Más ‘Paraeño’ que el Porche”, en el que nos traslada la noticia
publicada en el periódico “El Defensor de Paradas” el 16 de marzo de 1916, apenas
ocho años después de la carta anteriormente citada, y que dice así:
“Tenemos
verdadera satisfacción en consignar, que la Hermandad de Ntra. Señora de los
Dolores, de esta población, se ha unificado a la del Santo Entierro; siendo
desde hoy mayordomo de aquella, el que lo es de ésta don Rafael Salvago Núñez.”
De
dicha fuente tuve conocimiento un año antes de la publicación del libro en el
año 2010, gracias al propio Ricardo Benjumea, quien tuvo la amabilidad de
mostrarme el original:
Ante
esta publicación no puedo más que preguntarme qué fue lo que sucedió: ¿qué
situación llevó a este acuerdo y por qué no perduró en el tiempo? ¿Acaso fue
invalidado por las otras hermandades o por ser contrario a las reglas de la
Hermandad de los Dolores? ¿No fue efectivo por no llevarse a Palacio? ¿Igual que
se acordó una cosa después se acordó otra? ¿Pudo esta decisión haber cambiado
el rumbo de la historia de nuestras hermandades? Pasara lo que pasase, no tengo
información para responder y las respuestas quedan abiertas al lector.
En
estos principios del siglo XX, la Hermandad del Santo Entierro se venía
recuperando después de haber atravesado una situación bastante precaria y, según
cita en su propia página web, “podemos
pensar que revivió momentos de esplendor hasta la llegada de la Segunda
República, periodo en el que comienzan de nuevo las dificultades, las cuales
culminan en 1936, año en que son destrozadas las tres imágenes titulares de la
hermandad, así como su preciada urna.”
Efectivamente,
este periodo supuso un enorme varapalo para las hermandades en nuestro pueblo,
reflejo del ataque que sufrió la Iglesia en España, y todas las hermandades de
penitencia perdieron a sus imágenes titulares, destrozadas con saña en los
asaltos a San Juan de Letrán y a San Eutropio, con la excepción de la imagen de
Ntra. Sra. de los Dolores, que aun siendo mutilada pudo recuperarse y de cuyo
devenir mucho se ha escrito. También fueron destrozados en las cocheras donde
se guardaban el paso gótico de la hermandad de la Vera Cruz y el imponente paso
barroco de la hermandad de Jesús Nazareno, ambos con apenas veinte años desde
su hechura.
Tras
la Guerra Civil, las tres hermandades de penitencia “de Cristo” adquirieron
nuevas imágenes, y la Virgen de los Dolores continuó acompañando en Semana
Santa a las hermandades de Jesús Nazareno y a la de la Vera Cruz, no así a la
del Santo Entierro, que hasta su reorganización a partir del año 1975 sólo
realizó una salida procesional simbólica, en 1948, coincidiendo con el
nacimiento de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Nuestra Señora del
Mayor Dolor.
Ya
entrada la segunda mitad del siglo XX se produjo un cambio el rumbo de la
historia de la Hermandad de los Dolores. En el año 1952 se fusiona con la
Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y con estas nuevas reglas y la
situación en la que se encuentra la hermandad del Santo Entierro, se puso fin a
esta histórica relación y la Virgen de los Dolores no volvería a acompañar en
el culto al Cristo Yacente.
Sin
embargo, sí continuó procesionando el Jueves Santo con la hermandad de la Vera
Cruz hasta principios de los años sesenta, en que la Virgen de los Dolores estrenó
su nuevo paso de palio.
Y
así se perdió esta más que bicentenaria tradición, forjada antes de la propia
existencia de la hermandad de los Dolores, de acompañar no sólo a la de Jesús
Nazareno, sino también a las hermandades del Santo Entierro y a la de la Vera
Cruz, hermandades que con las referencias históricas citadas, contribuyeron al
igual que la de Jesús Nazareno al origen de la hermandad de los Dolores y al
arraigo y auge de esta querida devoción en la villa de Paradas.
Concluyendo
ya, sobre la base de los tres documentos citados he intentando hacer una
aproximación a lo que ha sido en Paradas a lo largo de la historia la relación
entre las devociones al Santo Entierro de Cristo y a los Dolores de la Virgen;
son reflejo de parte de nuestra historia, de la que nos sentimos orgullosos y a
cuyo conocimiento y difusión nunca debemos renunciar. A día de hoy, ambas devociones
gozan de salud en sus respectivas hermandades, existiendo sanas relaciones
entre ambas hermandades en el seno de nuestra Parroquia de San Eutropio, a Dios
gracias y para su mayor gloria y la de la Santísima Virgen María. Amén.
David Florián Sanz
Marzo 2013
Boletín informativo Cuaresma 2013 (Real Hermandad del Santo Entierro)
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